viernes, 12 de septiembre de 2008

Ale

Siempre voy a recordar a Ale como el que se dio cuenta, como el que no perdió tiempo, al menos no demasiado, fingiendo interés. El que yo no quería ver y no me llamó. Fue indoloro, hirió un poco mi orgullo tal vez, pero los dos supimos, tácitamente, que era lo mejor

Pero vos, amor, que te ocurre que no me escribís más?

Estoy sedienta de aventuras, me oís? Pero vos me esquivás, me tenés miedo, lo sé
Sé que te lastimaron… y a mí, a mí me da miedo también, que me lastimes, que me dejes sola como estaba antes, viviendo cada día mirando sólo hacia delante, porque sabía que si me detenía un segundo a contemplar… bueno, en realidad lo que nos mata son las comparaciones, no? Son odiosas en verdad, al menos para mí

Al menos es de aventuras de lo que estoy sedienta, no de tu piel, bueno… de tu piel también, pero no es un deseo enfermo sino una pasión propia de mi juventud, que nace cada vez que te ve, y cuando no estás, se hace la dormida…


*
Y vos, M, si tantas ganas tenías de llevarme al cine me podrías haber llamado alguna vez
I, yo siempre anotaba tu teléfono, nunca pude aguantarme las ganas de sentir que algo me conectaba todavía a vos, o que al menos tenía la posibilidad de hacerlo, en cualquier momento: recordarte -y recordarme- que, fugazmente, existimos juntos una vez

No tengo esa chance con V, es como si hubiera desaparecido para siempre ¿será así? Si un árbol cae en un bosque y no lo escucha nadie… blablabla

Y S, no sé que habrás creído ver. Soy tu horizonte, tu línea imaginaria que va retrocediendo a medida que avanzás hacia ella. Está bien, todos necesitamos uno



Mi pena no es pena de Emo, fascinado con su propio reflejo digital, ni de niña que escribe nombre de niño en su almohada
Mi pena tiene más de pena de varón, de poeta que persigue con locura los favores de su amada, es pena de bandoneón
Mi pena es épica, de Penélope, que espera, tejiendo y destejiendo una trama sinuosa con palabras de este mundo




Amor, ¿por qué no me llamás?