sábado, 18 de octubre de 2008

Boceto 4

Cuando volvés a tu ciudad y tenés la necesidad de rebobinar es porque algo anda mal. Porque ya no encontrás nada que te motive a ser algo más dentro de ese lugar estable donde el tiempo no existe. Mar del Plata es esa ciudad donde todo parece igual con el tiempo, donde ese tiempo va destruyendo todo con su paso, pero dejando intacta la supuesta esencia que la hace ciudad. A veces creo que ese miedo me agarra en Buenos Aires, ese cambio constante, rápido y excesivo de TODO, genera en mí a veces cierta necesidad de construcción estable que NUNCA va a estar.
Mientras dormía ayer, o eso intentaba, noté que nunca había dado tantas vueltas en mi vida como lo había hecho acá. Sí, en Buenos Aires. No se que habrá sido, tal vez el calor. Pero recuerdo que me levanté, durante dos segundos, prendí una luz, y escribí:
“Un gato llora…el ventilador no llega siquiera a mi cabeza y una respuesta mal dada podría desequilibrar el estado del planeta…¿será para tanto? El calor me desintegra.”
Y ese mismo mensaje pequeño fue enviado a diez pobladores argentinos, que a las supuestas 3 de la mañana dormían, bailaban, o simplemente, como HIJO, escribían en la noche.
A veces extraño verlo, a ella, a él, buscando en ese terreno baldío, un poco más de todo eso que siempre les robaron.