Al llegar a planta baja y descender nuevamente por lo escalones de mármol, cada uno tomo su camino. La manada había sido dividida.
Obligados, subieron a distintos autos cambiando su piel por trajes negros.
Firmaron y pagaron todo lo debido por esa cita tan esperada con la muerte.
Sus tan hambrientos estómagos tuvieron que cerrarse y toda la noche solo pudieron pensar en dos velas alrededor de ella. Un cristo, y un mensaje insignificante
"Que en paz descanse"
Una camarera absurda recorría el cuarto invitando a todos con café o cortado. Sus piernas simulaban ser otro candelabro más de la habitación oscura.
El lobo morado había cumplido su sueño y todos allí lo estaban mirando y todos allí estaban llorando.
10 minutos después, el lobo menor convertido en traje negro entro por la puerta grande con un sobre en la mano.
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