¡Idiota! ¡Vos siempre fuiste un idiota! ¿Cómo te atrevés a venir acá con tu sentimentalismo dulzón de viejo choto a insultar la fuerza de esa juventud? ¿Qué creés que esperan ellos de mí, allí, inmensos, calmos? ¿Cómo pensás que yo no voy a dar una respuesta valiente al tamaño de su valentía? ¡Es a ellos a quienes amo, a ellos! ¡Pero estoy haciendo un mundo! ¿Entendés? ¿Entendés?
Miren todos: como corrieron asustados a sus casas, temblando, cuando apareció esa mancha.
Es un escándalo, si. Porque toda pasión, así enorme, es un escándalo para el mundo. Porque lo revuelve y lo desintegra. Porque el mundo no es mas que una red infinita de pequeñas cobardías. Y acá la red se rompió.
¡Qué ironía, que yo con mi valentía sea el representante de la cobardía general! Que yo cometa este acto atroz para que mañana todo ese hato de borregos respire aliviado y mande a sus hijas a misa sin el temor de que un cura les salga detrás del altar con la pija en la mano. Para que mañana toda esa chusma, toda esa gentuza que solo quiere vivir confortable, comme il faut, que no arriesga el cuero por ninguna libertad, porque la libertad los aterra ¡gimotee sobre la libertad! Para que esa ralea innoble, que se caga de miedo ante la furia y el desorden del amor, se babosee sobre el amor masacrado, y escriban versitos sentimentales y lancen una lagrimita por los desdichados amantes. Yo no puedo soportar solo este pueblo. Me pesa demasiado. Pero no seamos tan injustos. Es preferible soñar con el amor que padecerlo. Y es de estas pesadillas que nacen esos sueños.
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